
Hola, mi nombre es Itahisa. Llevo mas de 20 años trabajando con y para la infancia, pero tenía los mismos prejuicios que tiene la sociedad sobre la etapa de la adolescencia.
Las creencias “erróneas” que escucho y percibo sobre esta época crucial de cualquier persona me entristece, no se lo merecen. Es una etapa de puro descubrimiento y transformación cerebral.
Como les comentaba al principio, yo también tenía esa idea equivocada e influenciada por lo que escuchaba y percibía, y de repente toooda esa creencia se me vino abajo.
En el año 2017 recibo una llamada de mi padre, diciéndome que no podía más con mi hermano, mi hermano Alejandro que tenía aquel entonces 14 años. No estudiaba, contestaba mal, se pasaba el día mirando el móvil…
Mi padre estaba a punto de tirar la toalla con él así que me pareció natural ofrecerle mi ayuda:
ー¿Y si se viene conmigo? Yo me encargo de que acabe el curso (muy optimista yo y con mucha seguridad).
Y así fue.
Llegó septiembre y Alejandro vino a vivir a mi casa.
¡¡¡Y qué locura!!!
Creía que con toda la formación y los años trabajando con niños y niñas, el camino sería fácil. Pero descubrí que no, que con Alejandro no era igual. Tenía una capacidad impresionante para hacerme perder los nervios.
Nunca había vivido nada igual: Él dominaba el arte de molestar y de luchar, y yo no me muevo nada bien en el conflicto.
¿Resultado? Mi casa se volvió un caos y las luchas de poder me tenían agotada, me sentía bastante frustrada y en ocasiones desesperada.
En este tiempo pensé que sería buena idea estudiar Integración Social y así dar buen ejemplo a mi hermano adolescente. Aquí me di cuenta y fui consciente que la adolescencia es un colectivo vulnerable que tenemos que acompañar desde el conocimiento y no desde el prejuicio que tenemos sobre ella.
Pasaban los días y la situación seguía igual, días buenos y otros menos buenos. Hasta que casi por casualidad descubrí la educación positiva. Asistí a un taller y sentí una transformación de inmediato, me hizo ser consciente del para qué del comportamiento humano. Después de mucho formarme y empaparme (y sigo y no me cansaré) de todo lo bonito que llegaba a mis manos… todo cambió.
Dejé de tomarme las “provocaciones” de Alejandro como algo personal, entendía que era parte del proceso que estaba pasando él. De esta manera me pude acercar a él desde el conocimiento y el amor que le tenía (y tengo), y la convivencia mejoraba día tras día. El caos dejó paso a un hogar de conexión, en el que los límites eran firmes y consensuados.
Él encontró esa adulta de referencia, que lo escuchaba, no le reprochaba, que confiaba en él y no dejaba que se alejara demasiado.
Y a raíz de esto, veo la adolescencia con una mirada de cambios, de inseguridades, de encontrarse, de separación, … una etapa preciosa que si va acompañada desde el corazón y la compasión ES MARAVILLOSA.

Gracias por esa frases claves : los prejuicios que tenemos sobre esa etapa. Me quedan pocos años para vivirlo con mi hijo, te sigo de cerca, porque sé que me harás falta.